Google+ Desde El Cosmos: julio 2010

El Otro Jesús

Más allá de toda especulación religiosa, la vida de Jesús influyó en la humanidad como nadie antes. Se han escrito miles de libros sobre sus enseñanzas y milagros, se han librado guerras en su nombre, millones de fieles lo veneran día a día, hace dos mil años, y, sin embargo, Cristo nunca escribió nada. Al igual que Sócrates, todo lo que se sabe de él está basado en los testimonios de los otros. Incluso lo que efectivamente se conoce de su vida corresponde a la mitad, ya que del período comprendido entre sus 12 y 30 años nadie, oficialmente, ha escrito nada.
Es, por lo menos, curioso que de la persona más influyente de los últimos 2000 años sólo se sepa su infancia y sus últimos 3 años. El comienzo y el fin. El nacimiento y su muerte en la cruz. Sobre eso hay material de sobra, pero ¿por qué su juventud es un misterio? La primera respuesta sería porque los evangelios canónicos no lo nombran. Y la segunda porque, por más que lo hubieran nombrado, era mejor no dar a conocer ciertas experiencias sobre su vida. Y esas "ciertas experiencias" tienen que ver con su condición de ser humano. Siempre es más fácil cubrir de magia y misticismo el nacimiento y la muerte a las vivencias de un joven que viaja hacia el Este. Desde la aparición del arcángel Gabriel a María hasta la resurrección de Cristo la vida conocida está teñida de milagros y hechos inexplicables.
Es importante recordar que el Cristianismo se establece como religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV, con lo cual las tergiversaciones y las manipulaciones de los textos son altamente posibles en todo ese lapso, sin contar las propias del emperador Constantino. Para citar un ejemplo, Jesús no nació el 25 de diciembre del año 0, sino siete años antes. Esto se debe al cambio del calendario realizado por el papa Gregorio, quien le encargó dicha tarea al monje Dionisio el exiguo. Dionisio se equivocó en unos 6 o 7 años al establecer el reinado de Herodes El Grande. Dicho error se originó al datar el nacimiento de Jesús después de su muerte cuando hoy en día se sabe que Herodes falleció en el año -4. Justamente en el año -7 se realizó el censo en Judea, año en el que efectivamente nació Cristo.
La fecha tampoco es verdadera. El 25 de diciembre se modificó, a conciencia, para reemplazar la tradición de la fiesta pagana, que celebraba a partir del 21 de diciembre, solsticio de invierno, el alargamiento de los días, por el nacimiento del Hijo de Dios. A su vez, como lo mencionan los evangelios, no era posible que los rebaños salieran a pastar en épocas tan frías. Con lo cual se deduce que Jesús tuvo que haber nacido entre junio y octubre, más precisamente en agosto.
Ninguna historia donde se personifique al Hijo del Hombre podría estar carente de hechos mágicos y maravillosos, de modo que en los evangelios se habla de una madre, virgen, que da a luz a un niño que fue previamente anunciado por un arcangel. Luego ese niño sería visitado por tres magos que llegaron guiados por una estrella extraña. A los 33 años sería traicionado y crucificado, y allí en lo alto perdonaría a la humanidad por sus pecados. A los tres días resucitaría y se le aparecería a sus apóstoles 4 veces según los evangelios canónicos y más de 15 según algunos apócrifos.
Poco se habla del Jesús humano, de aquel que pudo haberse enamorado de María Magdalena, que pudo haber tenido relaciones sexuales no sólo con ella sino con otras mujeres, poco se habla de sus miedos y tentaciones, de sus errores, de sus largos viajes por Oriente y Asia, de su visita a la pirámide de Keops y su mística experiencia vivida en la cámara del Rey, poco se habla de él con minúscula, porque es mejor pensar que dios efectivamente estuvo entre nosotros, y caminó entre nosotros, y tuvo un cuerpo como nosotros.
Considero que lo meramente importante es su mensaje de amor, un mensaje cuya profundidad y sensibilidad aún hoy no puede ser entendido. Cristo habló de un amor ajeno al racional y convencional, alejado de los hábitos y costumbres que, siglo tras siglo, estructuran nuestra manera de obrar. Su amor fue espiritual, sensible, íntimo. Y lo dijo. Lo nombró. Ese fue su auténtico milagro.

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El Código Roerich y la Piedra de Chintamani

Nikolai Roerich (1874-1947) fue un hombre misterioso y brillante. Ya de niño mostró un especial interés por el arte, a pesar de haber iniciado, por deseo de su padre, sus estudios en Derecho. Fue diseñador teatral de varios músicos, entre los más famosos se destaca Wagner, formó parte de la junta editorial de la revista "El mundo del arte" en Rusia y finalmente desarrolló su potencial creativo en la pintura. Hizo amistad con Einstein, Huxley, Tagore y Ghandi.
Junto con su esposa funda en 1930 el "Agni Yoga Society" basada en las enseñanzas adquiridas de sus constantes viajes a Oriente, más precisamente al Himalya, Tíbet e India.
Quizá la cruzada más importante, de su intensa vida social, se produce cuando lanza el "Pacto por la paz", un acuerdo para preservar los valores culturales y humanísticos en tiempos de guerra. Dicho movimiento lo trasladó a la Casa Blanca en 1935 para firmar el tratado junto con numerosos representantes de América y el presidente de Estados Unidos: Roosevelt. La bandera de la paz fue diseñada por el propio Roerich: tres círculos rojos dentro de una circunsferencia del mismo color (ver la tercera imagen, de la cabecera del blog, contando desde la izquierda).
Sin embargo, muy pocos hubieran sospechado que ese hombre mantenía un secreto lazo con el mundo intraterrestre y las estrellas. Y ese lazo se manifestaría simbólicamente en sus pinturas.
La piedra de Chintamani cobra un especial significado en su obra. Pero, ¿qué importancia tiene aquella piedra? Se dice que la chintāmani es una de las cuatro reliquias que estaban dentro de un cofre que, durante el reinado del rey Lha Thothori Nyantsenrey de Tíbet, cayó del cielo. Entre los cuatro elementos había una piedra de poderes inimaginables, que, según los mensajes del mundo intraterreno, provenía de Orión. La misma es custodiada por los habitantes del ultramundo y sólo es sacada al exterior cuando se presentan eventos especiales de conciencia y espiritualidad. Roerich no sólo lo sabía, sino que - supuestamente - había entrado en contacto con ella.
En "Burning of Darkness" muestra a siete personas lideradas por un maestro de barba y cabello largo. Este posee un cofre que desprende un brillo muy intenso, un brillo que emitiría la piedra de Chintamani. En lo alto se puede apreciar la constelación de Orión, con las típicas tres Marías. La acción parece producirse en las montañas o dentro de una caverna.
Este lienzo se llama "Most Sacred" y, en las profundidades de la cueva, hay una reunión de Maestros intraterrestres alrededor de un cofre sagrado y muy luminoso. En los costados del lugar se ven claramente cristales de distintos tamaños. Aparentemente la escena corresponde a una reunión de altas jerarquías espiriturales.
En "Lumen Coeli" (luz del cielo, en latín) un hombre de barba y cabellos blancos aparece, en lo alto de unas escaleras de piedras, sosteniendo un elemento luminoso. No es casual que se llame así la obra. La alusión a la piedra de Chintamani parece evidente.
Esta pintura directamente se llama "Chintamani". Se ve a un caballo trasladando la piedra de Orión entre las montañas.
Dicha piedra, más allá de sus poderes sobrenaturales, facilita el cambio, el verdadero cambio espiritual. Este debe realizarse, principalmente, en las profundidades de cada persona para luego mostrárselo al mundo. Roerich conocía su secreto pero lo transmitía tácitamente a través de su arte. El desierto de Gobi, más precisamente Shambhala, parecería ser el punto de encuentro.

Fuentes: http://legadocosmico.com/roe.html
http://www.roerich.org/
http://www.shambala-roerich.com

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